A los principales medios de comunicación les encanta escenificar disputas intelectuales, siempre y cuando ofrezcan explicaciones simples y globalizantes para las evoluciones sociales. Una que tiene especial relevancia es la que se libra en torno al yihadismo. Este podría explicarse por una “radicalización del islam”, como sostiene el politólogo Gilles Kepel, o al contrario por una “islamización de la radicalidad”, como sugiere el investigador Olivier Roy.
Dos libros recientemente publicados en Francia han reavivado este debate con visos pugilísticos, y vendrían a ratificar la “victoria” del primero sobre el segundo (Le Figaro, 17 de enero de 2020). Basándose en entrevistas con yihadistas encarcelados y en monografías de varios municipios (entre ellos Toulouse, Aubervilliers, Mantes-la-Jolie, Argenteuil, en Francia, y Molenbeek, en Bélgica), estos ensayos describen la constitución de “ecosistemas islámicos”, compuestos por lugares de culto, restaurantes halal, cibercafés, escuelas confesionales, asociaciones culturales o deportivas. En manos de los “salafo-yihadistas”, estos espacios de (...)