A nadie se le escapa que los europeos vivimos en medio de una fronda de reformas legales sobre la inmigración que ha adquirido tintes dramáticos en Italia, donde se ha llegado a hablar de una auténtica “caza a los ‘sin papeles” desatada por el ministro del Interior Roberto Maroni, bajo el impulso de las posiciones xenófobas de Umberto Bossi y Gianfranco Fini, los socios de Silvio Berlusconi en su Gobierno. Tampoco podemos olvidar que Francia –pionera en la visión securitaria de la inmigración bajo el mandato del entonces ministro del Interior Nicolas Sarkozy, que ya enunció hace tiempo su dogma: hacer de la lucha contra la inmigración ilegal el estandarte de su presidencia europea desde el 1 de julio de 2008.
La utilización de la inmigración como un problema-obstáculo que sirve para obtener réditos en la contienda electoral, es un recurso tan indeseable como recurrente. Por ejemplo, el mismo Sarkozy, un (...)