¿Aliviará por fin el Reino Unido —aunque sea un poco— la incertidumbre ante el porvenir que experimentan sus trabajadores? El nuevo Gobierno laborista pretende regular el recurso a los llamados “contratos de cero horas”, cuyas cláusulas obligan a los empleados a esperar a que se les llame, sin remuneración y sin garantía de horas trabajadas. Creados en la década de 1980 para ayudar a las empresas a hacer frente a las fluctuaciones de actividad, estos contratos atañen hoy a un millón de británicos, el 3% de los asalariados. Los sectores de la hostelería, la atención a domicilio y el transporte abusan de ellos en detrimento de un personal más joven, más femenino y menos cualificado que el de otros ámbitos profesionales.
De estos trabajadores, el 75% pasan por dificultades financieras relacionadas con lo imprevisible del trabajo, el 52% han conocido anulaciones con menos de 24 horas de antelación —de ordinario sin (...)