Cuando Fidel Castro enfermó en 2006 no se hicieron realidad ninguno de los escenarios que se habían inventado para una Cuba post Fidel. Los cubanos no se lanzaron a la calle pidiendo venganza. La estabilidad del régimen permaneció intacta. La Revolución mostró que no necesitaba la dirigencia de Fidel para seguir adelante. Raúl Castro se hizo cargo del Gobierno y la lealtad de los cubanos sorprendió a muchos “cubanólogos”. Las muestras callejeras de júbilo sólo se produjeron en Miami. En Cuba se realizó un debate nacional sobre cómo se deben solucionar los problemas viejos y los actuales. La gente criticó a sus dirigentes y sus instituciones en una consulta profunda, que se ha convertido en un proceso permanente. Ya se han tomado algunas medidas; otras van en camino.
La agricultura se está descentralizando. Los campesinos pequeños y las cooperativas pueden adquirir insumos y otros materiales sin la intervención paternalista del Estado. (...)