Habría que estar ciego para disentir sobre la necesidad de una profunda reforma del derecho laboral. En la historia de la humanidad, los cambios técnicos siempre han conducido a una nueva reestructuración de las instituciones. Fue el caso de las anteriores revoluciones industriales que, tras haber alterado el antiguo orden del mundo al abrir las compuertas de la proletarización, colonización e industrialización de la guerra y las masacres, provocaron la reforma de las instituciones internacionales y la invención del Estado social. El periodo de paz interna y de prosperidad que conocieron los países europeos después de la guerra se atribuye a esta nueva figura del Estado y a los tres pilares en los que se basaba: servicios públicos íntegros y eficaces, una Seguridad Social extendida a toda la población y un derecho laboral que vinculaba al empleo un estatus garante de una mínima protección para los asalariados.
Esas instituciones, nacidas de (...)