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Del proyecto de emancipación al consumismo

Vacaciones para todos, una utopía que se aleja

Los confinamientos han exacerbado la necesidad de aire libre, a la que responden abundantes ofertas turísticas para una clientela privilegiada. Pero una parte considerable de la población sigue excluida de las mismas. Los mecanismos creados para favorecer los viajes de vacaciones de toda la población se encuentran debilitados, al igual que las actividades sociales y culturales de los comités de empresa, socavadas por el turismo comercial.

por Geneviève Clastres, julio de 2021

En Francia, hasta la Liberación, las “obras sociales” de las empresas quedaban a discreción de los empleadores; el espíritu era paternalista. La creación de los comités de empresa entre 1945 y 1946 permitió confiar a un organismo elegido por los trabajadores las actividades sociales, deportivas o culturales financiadas mediante una cuota de la masa salarial en las compañías de más de cincuenta asalariados. Mar, montaña, campo: millones de franceses pudieron irse de vacaciones gracias a esa organización, en sus inicios favorecida por la nacionalización de las grandes empresas.

Más allá de su papel como contrapoder en la gestión y funcionamiento de la empresa, la ley confía a los comités las “actividades tendentes a la mejora de las condiciones de bienestar, las actividades deportivas o de ocio, y todo lo relativo a la cultura” (1). Para que todo el mundo pudiera disfrutar del verano, las vacaciones pagadas no bastaban. Quedaba pendiente organizar el desplazamiento y hospedaje de los veraneantes a precios modestos. “Ocho millones de franceses se marcharon de vacaciones en 1951, frente a veinte millones en 1967, y cerca de treinta millones en 1979”, observa la historiadora Sylvian ­Pattieu (2).

La asociación Turismo y Trabajo, próxima a la Confederación General del Trabajo (CGT), que controlaba numerosos comités de empresa, y al Partido Comunista francés, cuenta con hasta tres millones de miembros a principios de la década de 1980. Durante los años de esplendor del sindicalismo, en la década de 1960, varios organismos provenientes de otros sindicatos (Invac, Cecorel, PromTour) consolidaron la oferta de turismo ­social. Para remediar el déficit de ­estructuras de acogida al menor coste, muchos se dotan entonces de centros de hospedaje: colonias, campings, complejos hoteleros, etc. Durante los “treinta gloriosos años”, numerosos ayuntamientos, sobre todo los del “cinturón rojo” de París, adquieren soberbias villas y residencias de verano para acoger a las clases populares y trabajadoras.

En 1981, la vuelta de la izquierda al poder marca un giro ambivalente. Por un lado, los asalariados obtienen nuevos derechos de expresión con las leyes Auroux y un suelo de financiación de los comités de empresa (0,2% de la masa salarial). En 1982, las ayudas a las vacaciones se amplían con la creación de los cheques de vacaciones por parte del ministro del “tiempo libre”, André Henry. Ese dinero, distribuido por los comités de empresa y las cajas de subsidios familiares (CAF, por sus siglas en francés) de la seguridad social, se destina prioritariamente a las personas con los ingresos más modestos. Pero ese mecanismo, del que actualmente se benefician 4,6 millones de asalariados y autónomos, también establece la personalización de las ayudas en provecho del turismo más comercial. Al mismo tiempo, la financiación para el mantenimiento y renovación del patrimonio inmobiliario de los comités de empresa se reduce, mientras que las normas que rigen la seguridad o la higiene de los establecimientos que acogen vera­neantes no dejan de endurecerse, requiriendo de importantes inversiones.

EL OCIO, UNA CUESTIÓN POLÍTICA

“La evolución comercial del sector desemboca en el cuestionamiento del propio término de turismo social, de connotaciones consideradas demasiado corporativas, en provecho del turismo asociativo”, observa Pattieu. El historiador subraya también la calidad de las prestaciones propuestas por la asociación Turismo y Trabajo. Los miembros ponen su talento al servicio de las actividades recreativas. Pueden acceder a actividades culturales por lo general reservadas a una elite (cine de autor, teatro, exposiciones…), y abordar durante sus encuentros temas de sociedad o de historia como la Resistencia o el caso Dreyfus. Los partidos y movimientos de izquierda entienden que el ocio es una cuestión política; se trata de no abandonarlo al mercado.

Disuelta en 1985, esta asociación es sustituida al año siguiente por dos entidades vinculadas: la Asociación de Coordinación de Asociaciones de Ciudades de Vacaciones (Ancav, por sus siglas en francés), que reagrupa los centros vacacionales, y Touristra (Sodistour), operador que explota esos lugares. De ese modo, la CGT logra salvar parcialmente un mecanismo que en la actualidad sigue todavía muy activo, con 200.000 pernoctaciones (Francia y el extranjero) en sus años buenos. Invac y Cecorel evo­lucionan a su vez hacia lógicas de ­mercado. La Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) se aleja del enfoque autogestionario de Loisir Vacances Tourisme (LVT), mientras que su ex secretario general, Edmond Maire, presidente de los Villages Vacances Famille (VVF) entre 1989 y 1999, asume la pérdida de su base militante, sus múltiples reestructuraciones y la venta de varios centros al sector privado.

En el otoño de 2017, las ordenanzas de Macron suprimen el comité de empresa, fusionándolo con otros organismos de representación del personal en el comité social y económico (CSE), ampliado a las empresas de más de diez empleados, pero con un presupuesto reducido. Las actividades sociales y culturales son ahora un convenio de empresa. De los alrededor de treinta mil CSE, solo unos cinco mil son comités de acción u obra sociales. Las nuevas empresas, las de menos de cincuenta asalariados y las que no financian nada antes del 1 de enero no tienen ninguna obligación de destinar un presupuesto a tal fin.

En la actualidad, los representantes de los comités se encuentran atrapados entre la conservación cada vez más difícil de su patrimonio y la necesidad de satisfacer a asalariados no siempre dispuestos a viajar en grupo o a cruzarse con compañeros durante las vacaciones. El público ha evolucionado: “Hace 30 años, en la época de Turismo y Trabajo, muchos comités llevaban de vacaciones a las clases populares. El 80% eran obreros. En la actualidad, el 80% son ejecutivos y técnicos”, declara Pierre Touchet, presidente de Touristra.

UN TURISMO RESPONSABLE

Los CSE controlados por la CGT prefieren conservar las propiedades, mientras que aquellos controlados por la Unión Nacional de Sindicatos Autónomos (UNSA) o la CFDT privilegian por lo general el cheque de vacaciones, cada uno con sus propios matices y especificidades. Según el último estudio disponible, en 2014 el 14% de los franceses se había beneficiado de cheques de vacaciones; un 10% recibía una ayuda de su empleador o del comité de empresa, un 5% de la Caja de Subsidios Familiares, un 1% de su Ayuntamiento y un 1% de otro organismo (3). Arnaud Hennebert, director de la Ancav, precisa: “En nuestra opinión, el cheque de vacaciones es útil para los CSE que no tienen ninguna actividad social ni patrimonio. Pero nuestros cuarenta y cuatro centros vacacionales necesitan 100 millones de euros para mantenimiento, y no podemos olvidarnos de ellos”.

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WALTER PLOTNICK. – “Navigating” (Navegando), 2020

“Es verdad que el cheque de ­vacaciones contribuye a la individualización de la acción social; la evolución de la sociedad nos empuja a ello”, concede Alain Schmitt, director general de la Agencia Nacional de Cheques de Vacaciones (ANCV), una institución pública dependiente del Ministerio de Economía. “Los CSE se renuevan y siguen las tendencias de la sociedad. Algunos tienen un patrimonio que gestionar, pero a veces los asalariados prefieren tener más opciones, más variedad”. La multiplicación de la oferta (cheques de vacaciones, cheques y tarjetas de ocio…) redunda en una desconexión cada vez mayor de los objetivos iniciales de democratización de las vacaciones y emancipación mediante el tiempo libre. Los cheques de vacaciones, válidos en más de 124.000 puntos de venta, entre ellos algunas de las grandes cadenas de restauración rápida, se alejan de su objetivo. El principio de libre competencia prohíbe una orientación más estricta. La ANCV destaca que el superávit (26 millones en 2019) permite financiar las vacaciones de 280.000 beneficiarios de la acción social y de 85.000 beneficiarios del programa “Séniors de vacaciones”.

“Los sindicatos deberían tener presente su importante papel social y animar a los representantes políticos a promover entre los asalariados un consumo responsable: el hecho de comer bien y viajar bien”, considera ­Jean-Michel Blanc, profesor del Instituto de Investigación y Estudios Superiores de Turismo de la Universidad de la Sorbona. Es el caso de algunos CSE antiguos e importantes como el de Michelin, que ha dado la espalda a las facilidades ofrecidas por los cheques de vacaciones. Desde hace una década, privilegia de nuevo el patrimonio “de la casa”. Un nuevo equipo ha decidido reformar el centro de la isla de Yeu, en el departamento francés de Vendée, insertándolo más en la vida local mediante la apertura de la piscina a los habitantes de la isla y un mayor uso de los productos locales. Asimismo, el CSE ha trabajado junto con el parque natural regional Livradois-Forez en la creación de breves estancias de proximidad. “Era importante mostrar que un cambio de aires y la naturaleza no solo son posibles en la otra punta del mundo, ni están reservados a una elite –explica ­Maxence Cordonnier, doctorando y responsable de investigación en el CSE Michelin–. Con una fuerte subvención, del orden del 70% del cociente familiar medio, se ofrece a los obreros la posibilidad de reponer fuerzas cerca de su casa”.

“En invierno, trabajamos con VVF Villages, VTF Vacances, y subvencionamos las vacaciones. Sin los CSE y las obras sociales, la montaña y el esquí serían casi inaccesibles para las clases populares”, subraya ­Jean-Jacques Henry, vicepresidente de la Asociación de Acción Social, Cultural, Deportiva y de Ocio del Ministerio de Agricultura. La Caja Central de Actividades Sociales (CCAS), actor de peso que representa las actividades sociales de la energía –Électricité de France (EDF), Engie, Enedis, Réseau de Transport d’Électricité (RTE)–, tampoco cede a la tentación del turismo comercial. Sigue velando por ofrecer estancias próximas a la naturaleza muy accesibles para sus 650.000 beneficiarios, apoyándose en más de trescientos complejos hoteleros y campings, cincuenta de los cuales explota directamente. Así, la CCAS también ha cerrado acuerdos con operadores del turismo social en lo que respecta a los viajes, o con las administraciones locales.

TARIFICACIÓN DIFERENCIADA EN FUNCIÓN DE LA RENTA

No obstante, sigue siendo difícil escapar del modelo dominante, también en el imaginario de los más precarios, explica Louise Fénelon, directora de Vacances Voyages Loisirs (VVL), que organiza estancias para jóvenes y familias del cinturón urbano de París: “Hemos decidido conservar centros vacacionales en pleno campo para preservar esa conexión de los niños con la naturaleza, pero para nuestros adolescentes y jóvenes, las vacaciones sobre todo son la orilla del mar, la piscina y, si es posible, el hotel. No siempre es fácil desmontar ese ideal”. “El deseo de naturaleza de la clientela francesa ha evolucionado de manera muy contradictoria –abunda Touchet–. El veraneante tiene ganas de encuentros e intercambios, pero ya no desea verse constreñido por un programa impuesto. Además, las agencias de viajes en línea nos complican enormemente la vida. Ofrecen tales promociones que algunos asalariados de los CSE llegan a encontrar ofertas más baratas que las nuestras. Las mismas agencias que nos ayudan a llenar nuestros centros vacacionales les hacen la competencia a nuestros CSE…”.

La Unión Nacional de Asociaciones de Turismo y Aire Libre (UNAT, por sus siglas en francés) está al frente de la red de Turismo Social y Solidario, que con regularidad interpela a los poderes públicos para, por ejemplo, recordar que, todavía en 2019, únicamente el 63% de los franceses se fue de vacaciones (4). “En la actualidad, y todavía más en el contexto de la crisis sanitaria, el Estado ya no puede ignorar la cuestión del patrimonio inmobiliario. De lo contrario, mañana los destinos ya no estarán abiertos –advierte Simon Thirot, delegado general de la UNAT–. Frente al aumento generalizado de la oferta, nuestros operadores, que se dirigen a las familias más precarias, luchan por mantener productos accesibles a todo el mundo mediante ayudas y, en algunos casos, practicando una tarificación diferenciada en función de los ingresos familiares. Pero los CSE también de­sempeñan un papel muy importante; por lo tanto es fundamental que no se desentiendan de las vacaciones”.

Sigue en el aire la posibilidad de una política pública que permita reconectar a la gente con la naturaleza. “En un momento dado, el Estado consideró que el turismo social era una cuestión sindical, un ámbito que no le competía –analiza Touchet–. Pero tiene que ser parte interesada. Eso tiene un coste; los comités de empresa no pueden hacerse cargo ellos solos del turismo social…”.

En veinte años, han surgido numerosos mecanismos para sostener esa herencia de los “treinta gloriosos años” y conseguir que el turismo social no sea totalmente fagocitado por el turismo comercial (5). Anunciado el pasado mayo, el plan “Avenir montagnes” (“Futuro montañas”) del Gobierno prevé un “préstamo condicionado para los operadores de turismo social”. “El plan anunciado es bastante completo y aborda numerosos temas, como el patrimonio inmobiliario y las ‘camas frías’ [residencias particulares poco o nada utilizadas] –comenta Thirot–. Sin embargo, habrá que ver cuál es el grado de compromiso, sobre todo financiero, que lo acompañará, y su aplicación concreta”. En una nota de la Fundación Jean-Jaurès, y frente a la persistencia de profundas divisiones sociales en el acceso a las vacaciones, la UNAT preconizaba en 2019 ampliar el público receptor de los cheques de vacaciones y abogaba por que “los mecanismos de los CSE se protejan jurídicamente y se refuercen mediante el establecimiento de una tasa mínima de la masa salarial dedicada a las ayudas sociales y culturales” (6).

Signo de los tiempos: por su parte, el Ministerio de Economía y Finanzas se encuentra confrontado a la gestión de su patrimonio destinado al ocio de sus funcionarios y jubilados. Diecinueve bienes situados junto al mar o en la montaña corren peligro de ser vendidos.

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(1) R2312-35 del código laboral francés.

(2) Sylvain Pattieu, Tourisme et travail. De l’éducation populaire au secteur marchand (1945-1985), Presses de Sciences Po, París, 2009.

(3) Sandra Hoibian y Jörg Müller, “Vacances 2014: l’éclaircie”, Centro de Investigación para el Estudio y la Observación de las Condiciones de Vida (Credoc, por sus siglas en francés), informe n.º 320, París, enero de 2015.

(4) Es decir, al menos cuatro noches consecutivas fuera del domicilio. Investigación “Conditions de vie et aspirations”, Credoc, enero de 2020.

(5) Tourisme social: des ailleurs accessibles à tous!”, La Feuille de chou, n.º 7, 19 de abril de 2021, www.voyageons-autrement.com

(6) Jérôme Fourquet, David Nguyen y Simon Thirot, “Les Français et les vacances: quelles inégalités?”, sondeo IFOP para la UNAT y la Fundación Jean-Jaurès, París, 15 de julio de 2019.

Geneviève Clastres

Periodista. Editora del libro colectivo Dix ans de tourisme durable, éditions Voyageons-Autrement.com, Bourg-lès-Valence, 2018.