En junio de 2013 y por primera vez en 68 años de independencia, un Gobierno elegido democráticamente pasaba el relevo a otro Gobierno elegido también democráticamente en Pakistán. Hasta entonces, todas las experiencias de poder democrático habían sido interrumpidas por golpes de Estado militares. El primer ministro que surgió de este último escrutinio, Nawaz Sharif, lo sabe bien: fue derrocado dos veces en el pasado. El temor a un nuevo golpe, sin embargo, pareció confirmarse cuando Imran Khan, antigua estrella de cricket y político de mano dura, cuyo Movimiento por la Justicia de Pakistán (PTI) acababa de entrar en el Parlamento tras un espectacular progreso en las elecciones legislativas, se negó a reconocer los resultados. Exigió la dimisión del Primer Ministro y presentó varias denuncias ante el Tribunal Supremo.
El 14 de agosto de 2014, día de la fiesta de la independencia, miles de manifestantes procedentes de Lahore convergieron en Islamabad (...)