En Hungría, la ley de “flexibilización” del tiempo de trabajo que entró en vigor el pasado 1 de enero ha desatado un movimiento de protesta inédito y un despertar sindical. Las organizaciones de trabajadores –durante mucho tiempo asociadas a la época del partido único, anterior a 1989, y con pocos afiliados (9% de los asalariados)– vuelven a la escena política. Una nueva generación de dirigentes ha logrado movilizar a miles de personas en Budapest contra el poder autoritario del primer ministro Viktor Orbán y su ley “esclavista”.
La nueva legislación permite a los empleadores exigir a sus asalariados, ya sometidos a un régimen de cuarenta horas semanales, hasta cuatrocientas horas extras anuales (frente a las doscientas cincuenta precedentes y las ciento cuarenta y cuatro de principios de los años 1990). Además, esas horas podrán ser “repartidas” a lo largo de tres años, en lugar de un año, como estaba anteriormente establecido, (...)