Aquel día de julio de 2016 fue particularmente agotador para David. Había pasado largas horas tomando declaraciones en litigios relacionados con seguros en un polvoriento tribunal de Nueva Jersey en el que, el día anterior, un corte de electricidad había acabado con el sistema de aire acondicionado. Por fin en casa, se sumergió en el aire fresco como quien se zambulle en el océano. Por primera vez en todo el día, respiró profundamente, se sirvió un trago y subió a la planta superior para disfrutar de una larga ducha. El timbre de la puerta sonó justo en el momento en el que el agua comenzaba a llegar a sus músculos doloridos. Interrumpiendo su ducha, se puso una camiseta y unos pantalones cortos y bajó las escaleras rápidamente. Cuando abrió la puerta, se encontró cara a cara con dos adolescentes que agitaban sus teléfonos móviles delante de él.
–“¡Ey! Tiene un Pokémon (...)