En agosto de 2009, Dimitri Medvédev, en un vídeo difundido en su blog, se dirigió a su pueblo… y a sus vecinos ucranianos. A pesar del paisaje idílico que tenía de fondo el presidente ruso, el mensaje fue violento. “Nuestras relaciones bilaterales con Ucrania nunca fueron tan malas. Las autoridades de Kiev desarrollan una política abiertamente anti-rusa desde el ataque a Georgia, donde se utilizaron armas ucranianas para matar a civiles y militares rusos”. El comentario apuntaba explícitamente al presidente de Ucrania, Víctor Yúshenko, por haber apoyado a su homólogo Mijail Saakashvili durante el conflicto entre Rusia y Georgia en agosto de 2008.
El poder ruso puede golpear abiertamente a Yúshenko, pues eso ya no conmueve a nadie en el Oeste: Yúshenko, que fue la esperanza de los europeos y de una parte de los ucranianos en 2004, es ahora un paria de la política ucraniana, culpable a la vez (...)