Desde el punto de vista de la educación popular, en general, y de la formación política acelerada de las jóvenes generaciones en particular, el Contrato de Primer Empleo (CPE) del Gobierno Villepin-Sarkozy tiene el mérito de ser un verdadero caso de libro.
La nueva retórica reaccionaria, lejos de presentarse en Francia como una figura contrapuesta a la retórica progresista, hace suyo el léxico del adversario. Así los profetas del neoliberalismo, sus ejecutores políticos y sus turiferarios mediáticos se presentan al unísono como “modernizadores”, valerosos innovadores decididos a superar “los lastres”, “los bloqueos”, “los inmovilismos”, “los tabúes” de la sociedad francesa; como “reformadores”, adversarios indómitos de todos “los conservadurismos”; como fervientes partidarios de “la igualdad de oportunidades” determinados a luchar contra “las ventajas de los privilegiados” (comenzando por las de los funcionarios y, por extensión, por todos aquellos que tienen el privilegio de “beneficiarse” de un empleo estable); como “realistas”, capaces de (...)