“Mañana será otro día”, afirma la consigna de propaganda de los Demócratas de Izquierda, reflejo del vacío sideral de una extraña campaña electoral, donde no aflora ningún debate de fondo, a fortiori, ninguna confrontación programática seria.
Pero tampoco nos dejemos llevar por una medida demasiado francesa. No es ninguna novedad que la vida política en Roma difiere de la de París. Dos historias diferentes inducen a evitar las comparaciones, a menudo superficiales. Aunque podamos suponer que la anunciada “lucha de gigantes” entre Segolène Royal y Nicolas Sarkozy no presagia un excepcional duelo intelectual...
Dueño de los medios de comunicación, Silvio Berlusconi da el tono. Él es quien pone en escena la campaña, y no tiene el menor interés en entrar en los temas realmente importantes. El balance de su Gobierno es desastroso. Su mayoría se desmorona. Dos de sus ministros acaban de renunciar –siguiendo a otros cinco en los últimos años–, (...)