En esta selva espesa, “en algún lugar de Colombia”, llueve y llueve. Y también diluvia. Y cuando esa catarata cesa, es para dejar lugar a una llovizna insidiosa. Las hojas gotean, las plantas chorrean, el lodo recubre al lodo. Cubiertos con sus largos impermeables, bajo los cuales se adivina el arma, permanentemente en bandolera, pequeños grupos de guerrilleros se ocupan de sus tareas.
A la pregunta que le hicimos a comienzos de febrero, el comandante Raúl Reyes, portavoz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) responde sin un segundo de vacilación: “Puedo garantizarle que Ingrid Betancourt está viva y en buen estado de salud. Es una mujer muy inteligente, muy capaz, y como todos los prisioneros desea que se firme un acuerdo de paz”, y añade con una sonrisa exenta de cinismo: “Es totalmente normal que desee recuperar su libertad”.
La franco-colombiana Ingrid Betancourt se convirtió en el símbolo de los (...)