Las categorías que suelen utilizarse para describir a la oposición armada iraquí evocan una constelación de actores aparentemente desconectados entre sí: ex oficiales de inspiración patriótica, terroristas extranjeros, criminales cínicos, árabes suníes decididos a recuperar los privilegios de un poder que les habría sido concedido desde hace siglos, musulmanes reacios a toda presencia extranjera, iraquíes simplemente hartos de la ocupación (los POI o Pissed-off Iraqis según la jerga militar de la coalición), facciones tribales que operan con una lógica de venganza, baazistas incorregibles, etc.
Las pocas figuras claves que emergen, particularmente el jordano Abu Musab al Zarqaui, y el ex satelite de Sadam Husein, Izzat Ibrahim al Duri, no aparecen en absoluto como líderes indiscutidos. Dado que la oposición armada no había organizado ninguna representación política, como ocurrió con el Sinn Fein en Irlanda del Norte, ni había dado a conocer ningún programa político preciso, lo que predomina es la imagen (...)