A casi siete años de iniciada la segunda campaña militar rusa en Chechenia, sigue siendo muy arriesgado entrar como periodista en el territorio donde se desarrolla la “operación antiterrorista”. Desde Ingushetia, para entrar a esa República, donde las consecuencias de la guerra hacen que los horrores cotidianos parezcan “casi banales”, hay que dirigirse hacia el este. No por la carretera principal, sobre la que aún se erige el famoso puesto de control de Kavkaz, sino a través de caminos secundarios, siempre tristes y enlodados.
En el avión procedente de Moscú, Aza, una hermosa nativa de Ingusetia de cincuenta años, de cabello corto color caoba y maquillaje impecable, dice que va a visitar a su familia en Sleptsovski (en la frontera con Chechenia) pues se casa una sobrina suya, de dieciocho años de edad. En 1994, en vísperas de la primera campaña militar, Aza dejó Grozny para instalarse en Moscú. Desde (...)