- Vladimir Slonska-Malvaud. – Policía con pasamontañas en una manifestación de los chalecos amarillos en Toulouse, 5 de enero de 2019
Los asesinatos de Conflans-Sainte-Honorine y de Niza perpetrados en octubre por jóvenes fanatizados que actuaban en nombre de un islam fantasmagórico volvieron a desatar una competición por ver quién, en aras de la “guerra contra el terrorismo”, reclamaba con mayor insistencia la suspensión más o menos duradera de las libertades públicas en Francia. Y, aunque se alzaron algunas voces en defensa de los principios del Estado de derecho, ninguna cuestionó directamente la opinión de que, frente a la criminalidad terrorista, la constante extensión del poder represivo sería un mal necesario.
En Francia, esta retórica, inquietante desde un punto de vista democrático, dista de ser nueva. Hunde sus raíces en la tradición autoritaria que moldea el ordenamiento jurídico (...)