En la actualidad Estados Unidos es un país resueltamente “antiguerra”, si se entiende por eso que los dos tercios de la población piensan que la guerra en Irak es un sucio asunto y que las tropas estadounidenses deberían regresar al país. En las elecciones de noviembre de 2006, este sentimiento fue un factor decisivo para la victoria de los demócratas; les permitió retomar el control del Congreso. El colmo de la ironía es que la profunda desilusión de los electores respecto de la ocupación de Irak no le debe prácticamente nada al movimiento antibélico. No es que haya desaparecido por completo, pero no resiste la comparación ni con los movimientos análogos de las décadas de 1960 y 1970, ni con las luchas entabladas contra las aventuras militares de Ronald Reagan en América Central a finales de la década de 1980.
Cuando recientemente los demócratas hicieron llegar al presidente George W. Bush (...)