La comprobación es inapelable: la política seguida por Estados Unidos con Corea del Norte simplemente no funcionó y no funcionará. Aunque los estadounidenses hayan retirado unilateralmente sus armas nucleares tácticas de Corea del Sur, siguen desplegando en el Pacífico, a tiro del ataque del Norte, misiles balísticos y aeronaves dotadas de armas nucleares sobre sus portaaviones. Ahora bien, en el marco del acuerdo de 1994 concluido con la administración de William Clinton, Pyongyang no aceptó congelar su programa nuclear sino a condición de que Washington “proporcione garantías formales sobre la ausencia de amenazas o de uso de armas nucleares” (artículo 3).
En el presente, una promesa similar, combinada con un calendario de normalización de las relaciones bilaterales, parece ser necesaria para obtener de Pyongyang un nuevo acuerdo de desnuclearización. Pero esta opción fue explícitamente rechazada por el comité del Pentágono que dirigió el “Balance de la Posición Nuclear” (Nuclear Posture Review, (...)