De los 125 escaños del Parlamento, sólo 11 fueron obtenidos por los partidos de oposición; los demás correspondieron a Yeni (Nuevo) Azerbaiyán, el partido dirigente, y a representantes “independientes” considerados como cercanos al régimen. La oposición y los observadores internacionales pusieron el grito en el cielo, pero Yeni controla completamente el aparato del Estado, con la bendición de los observadores de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Las protestas contra las irregularidades que salpicaron las elecciones no cambiaron gran cosa en el país.
Las pacíficas revoluciones democráticas que siguieron a las cuestionadas elecciones en los países vecinos de Georgia, Ucrania y Kirguizistán hacían temer acontecimientos dramáticos con ocasión de las elecciones en otras ex repúblicas soviéticas. Aliev, por su parte, estaba convencido de que su régimen no estaba amenazado. A un periodista que le preguntó si era posible una revolución en Azerbaiyán le respondió: “de ninguna manera”, antes de añadir: “cada (...)