En Elliniko, en el sur de Atenas, se alza el esqueleto del estadio de hockey sobre hierba, construido específicamente para los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de 2004, y abandonado una vez finalizadas las celebraciones. Al final de la escalera que conduce a la entrada del estadio, un carrito de supermercado enganchado a la barandilla oxidada delata la reciente ocupación del lugar. En las zonas cubiertas del edificio, tiendas de campaña y mantas tapizan el suelo, entre bolsas de basura y una silla de escritorio rota. Colgadas a modo de cortina, unas sábanas con el titular “Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados”, señalan la identidad de sus habitantes temporales. No muy lejos de allí, el campo de béisbol, con el césped cubierto de residuos y con los asientos de las gradas deteriorados, cuando no arrancados, emana una atmósfera de desolación. En 2016, 1.500 inmigrantes, en su mayoría afganos y (...)
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Pérdidas públicas y ganancias privadas en Atenas
Atenas, ciudad simbólica de los Juegos Olímpicos, vio afluir en agosto de 2004, para los Juegos de Verano, a más de 10.000 atletas en representación de 201 naciones. La organización de este acontecimiento, con su lote de construcciones inútiles, contribuyó a arruinar las finanzas públicas de Grecia y agravó la espiral de la deuda. Trece años después, el balance es abrumador. Pero no para todo el mundo…
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