El anuncio de la compra del laboratorio Aventis por parte de Sanofi-Synthélabo fue acogido casi unánimemente en Francia como una buena noticia: significaba el nacimiento de un gran grupo francés en la actividad farmacéutica, que sería el tercer laboratorio mundial por su facturación; y eso ayudaría a reactivar la política de investigación científica en Francia, que bien lo necesita. Además, la operación daría lustre a una política industrial de inspiración colbertista, “típicamente francesa”. ¿Acaso el acuerdo de compra no fue firmado en el propio despacho del ministro de Economía y Finanzas, Nicolas Sarkozy?
Sin embargo, muy pocos comentaristas analizaron la manera en que se concibió la operación desde el punto de vista técnico. A diferencia de precedentes operaciones (entre Sanofi y Synthélabo o entre Rhône-Poulenc y Hoechst, por ejemplo), no se trataba esta vez de una fusión, sino de una oferta pública de compra (OPA). En caso de fusión, cada (...)