Cualquiera que sea el camino por el que uno llegue, el paisaje es siempre el mismo: jardines de obreros flanqueados por pequeñas barracas de madera de todos colores se disputan el espacio con campos o baldíos. Después aparecen las primeras siluetas industriales: inmensos talleres, chimeneas, hornos o cubas se confunden con una multitud de vías férreas que parten en todas direcciones.
Lo que de lejos parecía ser una zona funcional de actividad se revela, al acercarse, como un gigantesco conjunto de estructuras abandonadas, oxidadas, parcialmente destruidas. Este paisaje industrial devastado, tan frecuente en los países de la ex URSS, es testimonio de lo que fue el nivel de actividad de la ciudad durante el periodo soviético.
Por último, se divisan los primeros edificios de viviendas, anchas avenidas y cruces inmensos, concebidos en esa época para acoger a los grandes desfiles socialistas…
Rezekne, una pequeña ciudad del este de Letonia situada a 250 (...)