Al plantar cara a cuantos apoyan la prolongación de la presencia de tropas estadounidenses en Afganistán, Joseph Biden ha aglutinado en su contra un amplio frente que incluye desde los belicistas tradicionales, que quieren reafirmar la supremacía estadounidense, hasta los “intervencionistas liberales”, que dicen preocuparse por la situación de las mujeres afganas. Sin embargo, el presidente Biden está lejos de ser una paloma blanca, como atestigua su historial político. Lo único que ha hecho ha sido poner fin a una misión militar que no había impedido ni que los talibanes ganaran terreno ni que se desarrollase una rama local de la Organización del Estado Islámico (Estado Islámico-Provincia del Jorasán, EI-K, también ISIS-K) que supone, para la seguridad de Estados Unidos, una amenaza mucho mayor que los talibanes.
El descalabro del gobierno afgano y el trágico caos que acompañó a la fase final de la retirada de Kabul de las tropas estadounidenses (...)