Desde 2017, los aficionados al ciclismo siguen las actuaciones del equipo profesional Bahrain Victorious (antes Bahrain-Merida, posteriormente Bahrain-McLaren). Muy destacados durante el último Tour de Francia, sus corredores, en su mayoría europeos, contribuyen a proyectar la imagen de modernidad que reivindica este archipiélago del Golfo. Este soft power a través del deporte pretende ocultar otra realidad. En esta monarquía de mayoría chií, la familia gobernante suní ha aplastado progresivamente cualquier atisbo de participación en la vida política por parte de sus súbditos. Se alinea así con sus dos vecinos, los protectores y dominantes saudíes y emiratíes, quienes, cada uno a su manera, propugnan un absolutismo monárquico perpetuo.
La imagen que ofrece Bahréin es, pues, menos inspiradora que los resultados deportivos de los equipos que patrocina. Juicios farsa, criminalización de la libertad de expresión y de las actividades políticas hasta hace poco toleradas, privación de la nacionalidad y de los derechos civiles (...)