Casi habían logrado convencernos de ello: la historia había terminado; el capitalismo, para satisfacción de todos, constituía la forma definitiva de la organización social; la “victoria ideológica de la derecha” se había consumado; sólo algunos incurables soñadores conservaban la ilusión de algún otro futuro.
El fabuloso seísmo financiero de octubre de 2008 ha acabado de golpe con esta construcción mental. En Londres, The Daily Telegraph escribía: “El 13 de octubre de 2008 quedará en la historia como el día en que el sistema capitalista británico reconoció su fracaso”. En Wall Street, Nueva York, algunos manifestantes agitaban pancartas: “¡Marx tenía razón!”. En Francfort, un editor anunciaba que su venta de El Capital se había triplicado.
Al ahondar en Marx, no pocas cosas se descubren. Líneas escritas hace un siglo y medio parecen hablar de nosotros con una agudeza asombrosa. Ejemplo: “Mientras la aristocracia financiera dictaba las leyes, dirigía la Administración del Estado, disponía (...)