El águila del libre comercio estadounidense cruza el Atlántico para devorar un rebaño de desamparados corderitos europeos. La imagen ha invadido el debate público en la estela de la campaña para las elecciones europeas. Chocante, y políticamente peligrosa. Por una parte, no deja ver que también en Estados Unidos hay colectividades locales que corren el riesgo de ser víctimas de nuevas normas liberales que les prohibirían proteger el empleo, el medio ambiente, la sanidad. Por otra, desvía la atención de ciertas empresas europeas –francesas, como Veolia, alemanas, como Siemens– tan ávidas como las multinacionales estadounidenses de llevar a la justicia a aquellos Estados que fantaseen con amenazar sus beneficios (véase Bréville y Bulard). Por último, ignora el papel de las instituciones y de los gobiernos del Viejo Continente en la formación de una zona de libre comercio en su propio territorio.
El empeño contra el Acuerdo Transatlántico sobre (...)