Un ligero letargo envuelve la estación de autobuses de Agadez en este miércoles por la mañana. Se acerca la estación cálida. Desde el amanecer, se ha abatido un manto de polvo sobre la ciudad. Pero la meteorología no es motivo suficiente para explicar la escasez de viajeros. “Ya no hay desde hace tiempo”, se lamenta un empleado de la taquilla. “La gente que va al norte se esconde”, continúa, tumbado en una estera al lado de un compañero dormido.
Calificada por las agencias de turismo como “la puerta del desierto”, Agadez, la principal ciudad del norte de Níger, ya no merece esa etiqueta. No obstante, la estación central, de la que partían los convoyes que iban a Dirkou y Libia, era antaño el motor de la ciudad. Cada lunes, varias decenas de vehículos, a veces cerca de doscientos, se ponían en marcha hacia el desierto para transportar ganado y pasajeros. Estos (...)