El Nuevo Programa para el Desarrollo de África (NEPAD), adoptado por la Unión Africana en Lusaka (Zambia) en julio de 2001, pretendía definir la estrategia que los 53 países del continente habían de seguir en las próximas décadas frente a la globalización. Ese plan, que hoy en día es referencia obligada de todos los discursos sobre la expansión económica de África, fue concebido por cinco “grandes” de la política continental: los presidentes Thabo M’Beki (Sudáfrica), Olusegun Obasanjo (Nigeria), Abdelaziz Bouteflika (Argelia), Hosni Mubarak (Egipto) y Abdoulaye Wade (Senegal). Además recibió el apoyo formal del G8 en las cumbres de Kananaskis (Canadá), en 2002, y de Evian (Francia), en 2003. A pesar de los pronósticos entusiastas de sus promotores, que lo concebían como la clave del desarrollo de África, el NEPAD presenta un cierto número de errores estratégicos que permiten dudar de su eficacia.
En “asociación” con las instituciones económicas y financieras (...)