Después de todo, aunque el reloj esté roto, sigue marcando la hora exacta dos veces al día. El hecho de que Estados Unidos, Francia y el Reino Unido hayan tomado la iniciativa de la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que autoriza el recurso de la fuerza contra el régimen libio no basta para repudiarla ya de entrada.
Un movimiento popular desarmado y confrontado a un régimen de terror se ve reducido a dirigirse a una fuerza internacional poco recomendable. Preso de su desgracia, este no rechazará su asistencia por el simple hecho de que aquélla ignore las llamadas de auxilio de otras víctimas, sobre todo palestinas o bahreiníes. Incluso olvidará que dicha fuerza internacional es más conocida por ser una fuerza represora que una organización de cooperación.
Pero todo esto que, lógicamente, ha servido de brújula a los insurgentes libios en situación de extremo peligro no bastaba para legitimar (...)