En Estados Unidos, un programa de ayuda social reservado a los pobres fue abolido en 1996 por el Congreso republicano y por el presidente demócrata William Clinton con el argumento, sumamente falaz, de que favorecía “fraudes, derroches y abusos”. Trece años más tarde, la reforma que defiende Barack Obama no alterará los fundamentos de un sistema de salud lamentable porque aquellos que se aprovechan de él han comprado la protección de los congresistas. El programa de ayuda social, abolido en 1996, representaba cerca del 1% del presupuesto estadounidense; las aseguradoras privadas, bien protegidas, devoran lo esencial del 17% de la riqueza nacional asignado a los gastos médicos.
El presidente de Estados Unidos es sin embargo uno de los mejores fiscales del orden que ha decidido adoptar. Noche tras noche cuenta “la historia de personas que trabajan duro y son rehenes de las compañías de seguros que les niegan la cobertura, o (...)