En el pasado, las empresas esperaban simplemente que sus empleados estuvieran presentes en el trabajo. Ahora exigen que se muestren transparentes. Ayer, Frederic Winslow Taylor y Henry Ford controlaban en las fábricas los cuerpos y los movimientos. Hoy, se codician los valores de los colaboradores, sus creencias, su interioridad, su personalidad. Es una evolución sociológica importante. Bajo la influencia del management posmoderno la frontera entre la esfera privada y la esfera pública se convierte en desafío de lucha histórica, como en el programa “Loft story”, que expone mediáticamente lo que antes se escondía, la intimidad.
Los mánagers buscan la “eficacia total”, con grandes operativos de organización matricial, de lógica de redes, de oficina virtual, de “team”, de “task force”, de “incentive” y otros “fringe benefit”. A este modelo de administración corresponde un colaborador mutante, una suerte de superman cuyas cualidades personales (el “saber estar”) se vuelven tan importantes para su carrera (...)