Del 11-M al 14-M. Convulsiones políticas.
La rebeldía democrática
Es difícil que se repita una sucesión de acontecimientos tan excepcionales como los vividos en España en esos cuatro días de marzo. Incluso podría aventurarse que no faltan razones para calificarlos como históricos. Una de esas razones es la relevancia de lo sucedido en términos políticos, porque tanto los atentados del día 11, como el resultado electoral del día 14, tienen una importancia indiscutible en términos de transformación de algunas de las líneas más relevantes de actuación política (programas, objetivos) e incluso sobre la propia concepción de la política.
A este respecto, probablemente el fenómeno que requiere un estudio más detenido es el proceso de movilización ciudadana. Desde la movilización del día 12 para acudir a las masivas manifestaciones, pasando por la movilización del día 13 para exigir información, hasta la movilización ante las urnas, el día 14.
por Javier de Lucas,
abril de 2004
Día 12: La movilización de los ciudadanos
La primera movilización obedece a causas relativamente fáciles de enumerar: conmoción, solidaridad, indignación, reafirmación.
Es difícil evaluar el impacto emocional colectivo provocado por los atentados y, desde luego, por la actuación de los medios de comunicación (prensa, pero sobre todo radio y televisión) que pusieron a todo el país en la glorieta de Atocha, en El Pozo, en Santa Eugenia, en los hospitales, en la morgue improvisada de Ifema. Es un rasgo -la inmediatez, la presencia viva- que asemeja los atentados del 11 de marzo a los de 11 de septiembre de 2001. La conmoción se multiplicó al advertir la gravedad y la extensión -miles de familias- de la masacre. La visibilidad del sufrimiento de las víctimas y de su entorno, la búsqueda desesperada ante la ausencia de noticias, provocaron una enorme respuesta de altruismo, de solidaridad y piedad, no exenta de gestos de (...)