El mandato recibido por Barack Obama en 2008 consistía en cambiar radicalmente la política social y económica estadounidense. En su momento, la promesa se celebró con una explosión de alegría. Dos años después, cuando los demócratas acaban de sufrir una derrota electoral, salta a la vista que ese momento histórico se ha convertido en un desastre.
En campaña, Obama prometía gobernar con audacia y recuperar la esperanza modificando los parámetros habituales de la batalla electoral. A diferencia de Albert Gore o John Kerry, había logrado movilizar a una gran red de militantes con todas las características de un movimiento de masas. A diferencia de Hillary Clinton, su rival demócrata, contaba con el apoyo no sólo de la gran mayoría de progresistas –generalmente escépticos–, sino también de varios millones de jóvenes seducidos por su mensaje voluntarista.
Al día siguiente de su elección, el jefe de campaña de Obama seguía afirmando que la nueva (...)