Cuando el dictador Franco murió en 1975, España era el país de Europa (junto con Grecia y Portugal) que tenía el mayor retraso social. El gasto público social por habitante era el más bajo del continente, con un enorme subdesarrollo de la educación, de la sanidad, de las pensiones, de la vivienda social y otros componentes del Estado de Bienestar que determinan la calidad de vida de la población y, en particular, de las clases populares. Según la agencia estadística de la Unión Europea Eurostat, España continúa estando a la cola de la Europa social, treinta y tres años después del final del franquismo.
La responsabilidad de este enorme retraso social radica en el poder que las fuerzas conservadoras (tanto en su versión post-franquista como en su dimensión liberal y demócrata-cristiana) continúan teniendo en nuestro país. Este dominio de la esfera política se ha traducido en una Ley Electoral que discrimina (...)