La caída del comunismo provocó una gran cantidad de daños colaterales, en particular en la manera de pensar de la izquierda. Mientras existió, el comunismo forzaba a sus partidarios y a sus adversarios a reflexionar políticamente, es decir, a proponer programas a corto y largo plazo, a fijar prioridades y a evaluar las relaciones de fuerza.
La filosofía moral subyacente, “científica” o “materialista”, consistía en insertar las tragedias y los crímenes, grandes o pequeños, en la cadena de causas y efectos, y en pensar que la condición humana sólo podía mejorarse cambiando las estructuras socioeconómicas. Además de en los comunistas, esta manera de pensar se encontraba también en los social-demócratas, cuando realmente lo eran, así como en la mayoría de los movimientos anticolonialistas. Toda la elaboración del derecho internacional y la mayoría de los esfuerzos en busca de la paz estuvieron vinculados a esta filosofía. La actitud opuesta, que podríamos llamar (...)