Hace tres años, el politólogo neoconservador estadounidense Robert Kagan hizo pública en los medios de comunicación europeos su tesis de los “dos Occidentes”: el “poderoso” Estados Unidos y la “débil” Europa. Utilizando el áspero registro al que son tan afectos los neocons, sin consideración por sus amigos del Viejo Continente, Kagan afirmó que los europeos se encontraban actualmente fuera de la historia, demasiado apegados a los anticuados valores “tolerantes” del estado de derecho.
El 11 de septiembre, fecha de los atentados en Nueva York y Washington, marca el antes y el después de la “revolución imperial”. En tanto que miembro de la Comisión especial de investigación del Parlamento Europeo sobre “la supuesta utilización por parte de la CIA de países europeos para el traslado y la detención ilegal de personas”, en cada entrevista escuché repetir que el 11 de septiembre imponía “cambios necesarios” en las reglas del juego internacionales.
En síntesis, tal (...)