Días después de las elecciones legislativas del 18 de septiembre de 2005, que tuvieron como resultado la derrota de la “coalición rojiverde”, el ex ministro del Interior, Otto Schilly, aún se alegraba de la ley de inmigración vigente desde el 1 de enero de 2005, calificándola de “salto cualitativo en la promoción de la integración”. Según él, gracias a esta ley el Gobierno federal había introducido un “cambio de paradigma”.
Pero, ¿qué había cambiado? Alemania acogió a millones de personas: algunas viven allí desde hace treinta años, pero aún no se les considera ciudadanos. ¿Lo serán en virtud del nuevo “paradigma”? ¿Es a ellas a quienes se dirigía la campaña de 30 millones de euros que, a finales de 2005, invadió las pantallas de la televisión alemana repitiendo: “¡Alemania sois vosotros!”?
En realidad, esta propaganda no apuntaba a los 4,4 millones de “extranjeros” que viven en Alemania desde hace más de diez (...)