Actualmente, el presidente George W. Bush parece ser más impopular que Lyndon Johnson después de la ofensiva del Têt (1968) en Vietnam. Evidentemente, las optimistas declaraciones de la administración relativas a la guerra de Irak, tantas veces reiteradas y a menudo contradichas, suscitan burlas y cólera entre muchos estadounidenses patriotas. Como antaño las declaraciones del mismo tipo durante la guerra de Vietnam.
Aunque la administración del presidente Bush sobrevivió al huracán Katrina sin que ningún alto funcionario tuviera que dimitir, la Casa Blanca quedó irremediablemente marcada por la incompetencia y el diletantismo frente a la catástrofe. El desprecio que el presidente a todas luces siente por el Congreso, sumado a los poderes extra constitucionales que se arroga, generan vivas protestas por parte de parlamentarios, tanto demócratas como republicanos.
Es en el seno mismo de las instituciones del Estado donde la crisis es más manifiesta. Lewis “Scooter” Libby, jefe de gabinete del vicepresidente (...)