El surgimiento de la “cuestión racial” tuvo dos momentos significativos durante la campaña de Barack Obama. El primero ocurrió en enero, la noche de la victoria del candidato en las primarias demócratas de Carolina del Sur. En respuesta a los comentarios de William Clinton, que había imputado ese resultado al peso del voto negro en Carolina, una multitud cercana a Obama gritaba: “¡La raza no importa!”.
La novelista Ayelet Waldman, partidaria del senador por Illinois, explica: “Allí estábamos, en pleno corazón del antiguo Sur, en un lugar donde la bandera de la Confederación todavía flamea al lado de las estatuas del gobernador Benjamin Tillman, famoso porque se ufanaba de mantener a los negros lejos de las mesas de votación: ‘Hicimos fraude. Les disparamos. No nos da vergüenza decirlo’, y gritábamos ‘¡La raza no importa! ¡La raza no importa!’. Blancos y negros, hispanos y asiáticos, unidos en un mismo rechazo a una (...)