Tras un merecido reconocimiento por su anterior Rosalie Blum, Camille Jourdy regresa con una obra deslumbrante, aunque de menor longitud. Su protagonista es una joven melancólica que retorna desde París a su ciudad natal para tratar de curar su angustia vital. Allí se refugiará en su familia, cuyos miembros son parte esencial de una trama coral. Esta incluye a su hermana adúltera, su padre tristón, su madre artista o su abuela senil; además de al estrafalario cuarentón que ahora vive en la antigua casa familiar, y sus amigos del bar.
Con estos mimbres y unas convenciones que, aceptémoslo, bordean la novela romántica, construye la autora una obra de carácter costumbrista. No obstante, Jourdy es capaz de trascender este manido género con creces. Y lo hace con una elegancia narrativa magistral, con un ritmo pausado que deja fluir los sentimientos, con unos personajes de carne y hueso que se esfuerza en comprender, (...)