Más de veinte años después, las cenizas de la dictadura uruguaya están aún calientes. Por haberlo olvidado, el 18 de octubre de 2006, le fue mal al general Carlos Díaz, comandante en jefe del ejército. Sin informar al Poder Ejecutivo, tal como lo exige la Constitución, invitó a un asado a dos personalidades de la oposición de derechas en la sede del Batallón 14, en los suburbios de Montevideo. Dos generales lo acompañaban. Al leer la información publicada el día siguiente en el semanario Búsqueda, la ministra de Defensa Azucena Berrutti llamó de inmediato por teléfono al presidente (de izquierdas) Tabaré Vázquez. Con su aprobación, se apresuró a comunicar al general Díaz que era relevado de su mando “por falta grave”.
¿Esbozo de una conspiración? Desde que se cerró la tenaza alrededor de los responsables de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura (1973-1985), la oposición de derechas comenzó a (...)