En 2008, poco antes de aceptar del gobierno de Estados Unidos una ayuda excepcional de 45.000 millones de dólares, el banco Citigroup empleaba a veinticinco mil programadores, y declaraba una inversión de 4.900 millones de dólares en tecnologías de la información, sin contar los gastos operativos. Por su parte, el banco Lehman Brothers, antes de su derrumbe en septiembre de 2008, aprovechaba tres mil programas de software hospedados en veinticinco mil servidores distribuidos por varios continentes. Cuando estalla la crisis financiera, en un rincón oscuro de los sistemas de mercado, la red está establecida, lista para propagar el impacto mortal hacia la periferia.
Pero al día de hoy permanece en gran medida ignorado el papel que la industria informática jugó en la eclosión del cataclismo de 2008. Tanto como los orígenes de la relación entre la esfera de la comunicación y la de las finanzas. Fue para yugular otra crisis económica, (...)