Portada del sitio > Mensual > 2022 > 2022/09 > Gánsteres, acordeón y política

Música

Gánsteres, acordeón y política

En Lesoto, el país más mortífero del continente africano, la música y el crimen van de la mano. Además de los enfrentamientos entre bandas, también hay connivencia entre los músicos y las élites gobernantes. Pero una nueva generación busca distanciarse de la cultura de la ‘vendetta’.

por Jean-Christophe Servant, septiembre de 2022

El músico Rethabile Mokete, más conocido bajo el sobrenombre de Mosotho Chakela, falleció a los cincuenta y ocho años de edad el 12 enero de 2021 en un hospital de Sudáfrica. Era originario de Lesoto, antiguo protectorado británico, independiente desde 1966, una monarquía constitucional de 2,1 millones de habitantes enclavada en el país de la “nación arcoíris”. El cantante sotho (el grupo étnico mayoritario en Lesoto) había crecido en los townships sudafricanos. Tras conocer la ley de la calle y trabajar de albañil en el sector de la construcción, en 1999, grababa el álbum Motsamai le Chakela n°1 (Shear Record Company) e iniciaba su ascenso hacia la cúspide de la escena famo –la música tradicional de Lesoto, apreciada también por su diáspora de más de ciento ochenta mil trabajadores migrantes instalados en Sudáfrica–.

El fallecimiento de Chakela ha pasado desapercibido en la industria musical internacional, a pesar de que su música continúa alimentando las “playlists Lesotho” disponibles en las plataformas de streaming. Su desaparición, en cambio, ha sido ampliamente comentada por la diáspora sotho, pero también entre la población del “triángulo del acordeón”, tres pueblos del distrito de Mafeteng, famosos por haber alumbrado varias generaciones de artistas famo. Esto se debe a que Chakela era un célebre “gánster músico”, según Rataibane Ramainoane, fundador y redactor jefe de MoAfrika FM (1), primera emisora de radio privada en lengua sotho que apareció en 1999 en Lesoto. Ramainoane recuerda que él mismo se encontró, entre 2006 y 2011, en su lista de personas que abatir. “Sin la ayuda de Dios –afirmó el también pastor de la Nation of God Apostolic Church–, podría haber muerto varias veces” gracias a los buenos oficios del “vaquero del acordeón” (2).

JPEG - 286.1 KB
NICOLAS MONJO. – Sin título, 2019

Chakela debía comparecer en marzo de 2022 ante el Tribunal Supremo de Justicia de Lesoto, donde se desarrolla el proceso contra el ex primer ministro Thomas Thabane (obligado a dimitir en 2020), acusado de haber ordenado, junto con su nueva esposa, el asesinato de su primera mujer, que se negaba a divorciarse. Chakela fue contactado para cumplir el encargo.

Antes de terminar asociado a la crónica de sucesos, el famo fue la banda sonora, hace ya alrededor de un siglo, de los pastores sotho que se marchaban a trabajar en las minas de Egoli (Johannesburgo), la ciudad del oro. Apoyándose primero en la leziba (guimbarda), los intérpretes de famo que animaban los tugurios clandestinos (shebeens) de los townships adoptaron la concertina como resultado del contacto con los bóeres y, a finales de la década de 1960, el acordeón. Al repertorio original de las tsa batsamai, las canciones que narran el periplo de quienes viajaron a Sudáfrica, se añadió un número creciente de mekorotlo, melodías tradicionales, fáciles de repetir, así como un repertorio más acerbo a base de comentarios sociales con frecuencia declamados. Al igual que la música maskandi –su prima zulú–, el famo incorporó el bajo –telúrico– y la percusión. Pero el acordeón sigue siendo el instrumento que lo identifica.

A principios de la década de 2010, Chakela había progresado lo suficiente como para poseer trece licorerías a ambos lados de la frontera. También se había convertido en el principal instigador de una sangrienta batalla territorial entre bandas vinculadas a artistas rivales, espejo aumentado de una enfebrecida criminalidad nacional: con una tasa de homicidios casi seis veces superior a la media mundial, esto es, con 41,25 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2021, Lesoto se ha convertido en el país más mortífero del continente africano (3). En el altiplano, el “triángulo del acordeón” cuenta sus muertos: cerca de un centenar de músicos y cantantes han sido asesinados en los últimos quince años...

Este hecho ha empujado al escritor sudafricano Zakes Mda, de setenta y tres años, a salir de su retiro literario para escribir su trigésima primera novela: The Wayfarer Hymn (4). “No podía pasar por alto esta tragedia –nos explica desde Estados Unidos, donde reside–. Me recordaba a la época de los raperos estadounidenses de la costa Oeste, encarnados por 2pac Shakur, enfrentándose a los de la costa Este, representados por Biggie Small. Pero en versión más sangrienta”.

Novela picaresca de iniciación, The Wayfarer Hymn reconstruye el itinerario de un joven sotho que aspira a triunfar en ese mundo donde los hombres “manejan por igual el acordeón y la pistola”. Para la ocasión, Zakes Mda ha recuperado a uno de sus personajes recurrentes, el zulú Toloki (5), profesional sudafricano de los servicios fúnebres, “que ha venido a explorar el lucrativo mercado funerario de Lesoto”. El escritor conoció a Chakela, “un hombre todo redondeces, afable, con una barriga cervecera que desafiaba la gravedad, pero había que cuidarse de su ira asesina”.

Bajo el apartheid, los artistas del África austral que animaban la vida nocturna de los townships tuvieron que hacer frente a una doble violencia: la de los policías del régimen que intervenían desde fuera de los guetos y la de las bandas locales que imponían su ley desde dentro. Los músicos famo de la década de 1950 eran tan apreciados por sus compatriotas mineros de oro como por los temidos miembros de la banda sotho de los MaRussia de Soweto. Pero a pesar de esta cercanía con los padrinos de la economía subterránea de las zonas de relegación negra, nada anunciaba la espiral mortífera que se apoderaría, a partir de principios de la década del 2000, de la banda Lekhotla La Terene (‘el culto del tren’), de la que Chakela se había convertido en padrino.

Sus miembros visten una manta tradicional de lana de color dorado y negro, inspirada en el escudo del Bantou Football Club de Mafeteng. La referencia al ferrocarril recuerda la época de las grandes migraciones de la década de 1970 hacia las minas sudafricanas. Por aquel entonces Lekhotla La Terene solo era una tontina, una sociedad de ayuda mutua fundada por músicos sotho para ayudar a sus compañeros víctimas de la enfermedad o la mala suerte. Hasta el fin del apartheid, un artista sotho analfabeto que solo hablara su lengua natal podía estar seguro de que los productores sudafricanos blancos especializados en grabar canciones destinadas a las comunidades negras le iban a explotar, cuando no timar. Pero en la década de 1990, con el advenimiento de la democracia en Pretoria, artistas famo como Earnest “Sanko” Setenane comenzaron a liberarse de esa servidumbre. Empowerment, autoproducción, videoclips… Un pequeño y frágil ecosistema cultural se fue formando al mismo tiempo que, con el cierre de las minas, se agotaban los empleos de la diáspora.

“Es en este momento cuando se intensifica la competencia entre los artistas famo, tanto en Sudáfrica como en Lesoto”, subraya Zakes Mda. Sanko, miembro también de Lekhotla La Terene, es asesinado en 2004. Entre la banda de Chakela y la banda rival de la Seakhi, “todo se convierte en motivo de mortíferos conflictos y represalias”, prosigue Zakes Mda: un concierto, una emisión en la radio, una grabación de estudio, la letra de una canción… Chakela, maestro en el arte del ho kobisa (hablar de soslayo de una persona de manera insultante), multiplica las pullas. La battle deriva en matanza. Y los muertos comienzan a amontonarse a ambos lados de la frontera, hasta en los lindes de las minas de oro abandonadas, explotadas por cavadores ilegales, a menudo sothos (6).

La escena famo es un mundo de testosterona... Originalmente, la palabra se refería a la forma en que las mujeres se levantaban los vestidos para mostrarles su ropa interior a los músicos. Zakes Mda, que conoció a varios exmiembros del famo, culpa a esa “masculinidad tóxica” de la deriva sangrienta de la generación encarnada por Chakela. Pero no se pueden obviar las causas socioeconómicas de la violencia (el país ocupa el puesto 168, sobre 188, en el índice de desarrollo humano), ni subestimar el hecho de que la élite política de Lesoto la ha alimentado “al formar alianzas con algunos grupos destacados de música tradicional famo, en particular de la Terene y la Seakhi” (7).

Así, el partido ABC (All Basotho Convention Party), fundado en 2006 por Thomas Thabane, sirvió de trampolín para varios miembros de la Terene. A partir de 2012 y de la investidura de Thabane como primer ministro, “las relaciones entre el poder y la Terene se fortalecieron considerablemente”, subraya Ramainoane. En el “triángulo del acordeón”, miembros de la Terene sospechosos de asesinato se beneficiaron de la complacencia de las autoridades policiales locales –“en cambio, más valía no pertenecer a bandas rivales bajo pena de ser torturado, incluso ejecutado por la policía”–.

Esta connivencia entre el aparato de seguridad y la Terene llegó a su paroxismo durante el segundo mandato de Thabane, iniciado en 2017, pocos días después del asesinato de su primera esposa. El ministro de Policía y Seguridad Pública contrató como chófer a Sarele Sello, alias Lehlanya –‘el loco’–, considerado el brazo derecho de Chakela dentro de la Terene. Actualmente es uno de los testigos de la acusación.

Según nuestras fuentes, los herederos de Chakela se muestran divididos en cuanto al futuro de la Terene; unos siguen defendiendo la violencia, otros abogan por el fin de las hostilidades. Las elecciones legislativas del otoño de 2022 prometen ser turbulentas. Chakela rompió con el partido ABC para unirse a la oposición del Democratic Congress. Pero el antiguo mentor de Chakela, que debería salir absuelto por falta de pruebas, pretende tomarse la revancha electoral. El país, dependiente de una Sudáfrica en recesión, tiene dificultades para recuperarse de la crisis socioeconómica provocada por la irrupción de la covid-19 en el África austral.

En este contexto, ¿qué futuro tiene la nueva generación famo? Una nueva oleada de artistas ha reemprendido el camino de Sudá­frica para ahondar, no ya en sus filones de oro, sino en su música urbana. En Johannesburgo, Morena Leraba hibrida su famo de música electrónica y mezcla sotho con inglés, zulú y xhosa (8). Este músico, que acudió en 2019 al festival internacional Rencontres Trans Musicales de Rennes, ha reunido a su alrededor a varios versos sueltos, entre ellos el impresionante Kommanda Obbs, que mezcla el trap –corriente musical originaria del sur de Estados Unidos– con el repertorio tradicional y que predica “la victoria de lo positivo sobre lo negativo”. Esta nueva escena, que quiere situarse por encima de las vendettas y las luchas políticas de su país natal, ambiciona llegar a la cúspide de las montañas del reino, y quizás de las listas de éxitos de la música africana...

A finales de la década de 1980, el famo tuvo derecho a su pequeño cuarto de hora de gloria: en el álbum Graceland de Paul Simon (1986), el acordeón del músico Forere Motloheloa, en el origen del grupo de famo Tau Ea Matšekha, abre la canción The boy in the Bubble. Falleció el año pasado, sin que la industria musical mostrara la menor emoción…

NECESITAMOS TU APOYO

La prensa libre e independiente está amenazada, es importante para la sociedad garantizar su permanencia y la difusión de sus ideas.

(2) Las declaraciones de Ramainoane están extraídas de “Accordion Cowboys”, The Chimurenga Chronic, 2 de septiembre de 2014, https://chimurengachronic.co.za

(3) “Lesotho murder rate ranked sixth worst in world as judicial system breaks down”, The Guardian, Londres, 1 de septiembre de 2021.

(4) Zakes Mda, Wayfarer’s Hymn, Penguin Random, Ciudad del Cabo, 2021.

(5) Cf. Zakes Mda, Formas de morir, Barataria, Barcelona, 2001.

(6) Podcast documental “The accordion wars of Lesotho”, BBC, 13 de junio de 2022.

(7) Cf. “Understanding conflict, peace and gender context in Lesotho”, The Guardian, 25 de junio de 2021.

(8) “Morena Leraba is shepherd from Lesotho highlands”, Deutsche Welle, 23 de octubre de 2021, www.dw.com

Jean-Christophe Servant

Periodista.

Artículo anterior

El nacimiento de Drácula

Artículo siguiente

Un voluptuoso lavado de cerebro

En este número

Todo el sumario