El próximo 6 de mayo, siempre y cuando la pandemia no provoque un retraso, los votantes de Escocia pasarán a ocupar el papel protagonista del interminable drama constitucional del Reino Unido. El guion ya está escrito: a pesar de la voracidad sin límites de la pandemia, las sextas elecciones generales al Parlamento escocés estarán más que nunca definidas por la cuestión de la independencia.
No solo el Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) tiene prácticamente asegurado su cuarto triunfo electoral consecutivo –las encuestas le otorgan un 55% de los votos–, sino que, además, la independencia ha sido la opción preferida en diecisiete sondeos de opinión seguidos, algo nunca visto. En caso de que el SNP consiga la mayoría absoluta, como ya hicieran en 2011, exigirá la celebración de un nuevo referéndum sobre la independencia. Y aun cuando no consiga la mayoría absoluta, podrá contar con el apoyo del (...)