Peter e Irène tienen treinta años. Son ingenieros egresados de la universidad de Lusaka y trabajan desde 2006 en Chingola, una pequeña ciudad del Copperbelt (cinturón de cobre) de Zambia. La pareja es empleada de Konkola Copper Mine (KCM), la principal empresa extractiva de este país del África austral que extrae más de la mitad de su Producto Interior Bruto (PIB) de la explotación minera.
KCM, que produce el 70% del cobre nacional, ofrece condiciones de vida extremadamente “correctas” a estos hijos del neoliberalismo. Salarios netos de 5 millones de kwachas (700 euros) al mes y una participación en el capital que podrán desbloquear en 2010. Un estatuto de “cuadro” en un país donde el ingreso mensual promedio de los 400.000 empleados del sector formal ronda los 2 millones de kwachas (281 euros), mientras que el 68% de los once millones de zambianos viven con menos de 1,4 euros por día.
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