Es sabido que la subordinación del conocimiento a la forma de dominación vigente es una constante en el devenir de la humanidad. Los modos de creación y transmisión del conocimiento, los diferentes sistemas educativos en unos y otros lugares, no han hecho sino adaptarse a los sucesivos estadios del devenir capitalista, adecuando sus modelos o “filosofías” educativas, independientemente de la versión política que se alterne en la superestructura capitalista.
De ahí que el modelo propio del capitalismo de libre competencia decimonónico promocionara el engrosamiento del sistema educativo mediante la creciente incorporación de la fuerza de trabajo, pero con una acentuada diferenciación interna del cuerpo estudiantil, pareja a las dispares trayectorias y horizontes de clase.
En el capitalismo del siglo XX, este modelo sería sustituido por el que el gran maestro de la sociología de la educación, Carlos Lerena, llamara “modelo tecnicista”. Con él se dio una proletarización y burocratización del trabajo intelectual (...)