La fragilidad, la tensión y la incertidumbre generadas por la crisis radican en que antes de su estallido existían ya tendencias preocupantes en el sistema mundial; tendencias que alentaban una creciente pugna en el plano interno de los países y en el ámbito de las relaciones internacionales.
Cinco fenómenos caracterizaban la situación previa a septiembre de 2008. Desde finales de los años 1970, y con más intensidad después del colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, se fue instalando una notoria polarización de clases: las brechas de inequidad se ampliaron tanto en los países centrales como en la periferia. Por ejemplo, aproximadamente el 85% del PIB mundial está en manos del 20% más rico de la población del planeta, mientras que al 60% más pobre le llega sólo el 6%. En Estados Unidos la desigualdad económica actual es similar a la de 1920, hace casi un (...)