En los pasillos del mayor centro comercial de Pekín, especializado en productos de informática y situado en el barrio de Zhongguancun, reinaba este 26 de abril de 2005 una atmósfera algo extraña. Mientras que en otras partes de la capital china miles de jóvenes se manifestaban contra Japón y su versión de la historia, llamando a boicotear los productos japoneses, otros, igualmente numerosos, se apiñaban en los puestos de venta de Zhongguancun, soñando con los ordenadores y otras consolas de juegos importadas del país del Sol Naciente.
Los servicios de seguridad privados encargados de filtrar las entradas habían logrado evitar que los disturbios callejeros interrumpieran la actividad de un lugar donde las máquinas Sony o Toshiba son veneradas por un público de expertos. No obstante, habían logrado entrar algunos jóvenes que exhibían camisetas sobre las que se podía leer, en chino y en inglés, “Dizhi Rihuo, Xing Wo Zhonghua” - “Fuck (...)