En la década de 1990, al margen de la industria de las nuevas tecnologías surge otro mundo digital. Desarrolladores voluntarios que trabajan desde distintos lugares se organizan en comunidades para crear, de forma colaborativa, programas que compiten con los llamados programas “propietarios”; el sistema operativo Linux, el servidor web Apache y el reproductor multimedia VLC son algunos de los ejemplos más conocidos. Renuncian a los derechos exclusivos sobre su producción no solo porque perciben beneficios no financieros (placer, aprendizaje, reputación, ofertas de trabajo), sino también por razones morales: una licencia de las llamadas copyleft (como la Licencia Pública General, GPL) otorga a los usuarios los derechos de ejecución, copia, modificación y distribución del código informático. También impone el mantenimiento de estas libertades en todas las versiones derivadas del programa. ¿Dónde está hoy día el movimiento del software libre?
La respuesta no incita al optimismo: el movimiento ha sido cooptado, integrado y (...)