Los dirigentes de los partidos socialistas y socialdemócratas declararon en 2005 que la ratificación de la “Constitución” europea era un paso ineludible para la posterior construcción de una “Europa social”. Esta “Constitución”, rechazada en Francia y en Holanda, ha sido resucitada, con el mismo contenido, bajo la forma del Tratado de Lisboa. Y los socialistas y socialdemócratas siguen, sin inmutarse, con el mismo discurso. Una de dos: o no han leído estos textos o abusan de los ciudadanos.
Así, se mantienen en el tratado los artículos que prohíben (gracias a la regla de la unanimidad) cualquier armonización social que no se efectúe a través del mercado. Éste es un eufemismo utilizado para designar el dumping social impulsado por las ampliaciones de 2004 y de 2007 a países con costes salariales mucho más bajos que los de la media comunitaria. Se prohíbe asimismo toda restricción a la libre circulación de capitales, la (...)